domingo, 27 de diciembre de 2009

Pastel de Locura, Brebaje de Amor. En otro mundo.


Una nueva mirada se estacionó en mis ojos, cuando acordamos nuestra lejanía. Es poco tiempo, pero el segundero se mueve cada tanto...

Qué extraño es sentirte no a mi lado. Con tantos colores que te rodean. Un ambiente que me gustaría vivir contigo. O que tú no lo vivas sin mí.

Talvez nos subimos a una montaña rusa y damos un par de vueltas.

Si llegamos al salón de espejos sabemos lo que nos espera: una cruda visión de lo que podríamos ser tú y yo en tantas partes. Tan tristes y tan felices. Mejor casémonos en uno de los cisnes de la laguna y el túnel en el que nos espera el reloj del conejo, obsesionado con el tiempo. Tálvez debería tomar alguna pastilla, le recomiendo la mitad de un Alprasolam para que pueda dormir bien con Mariana en la pequeña casa de dulces.

En esta feria sólo quiero salir contigo entre mis brazos después de jugar tantos juegos en los que las recompensas nunca importan.

Quiero regresar para besar los caramelos de manzana que pusieron en unas cuencas a las cuales llamas ojos. Y créeme que no sólo miraré las gomitas que juegas de labios. Sólo quiero probar una vez más para que sea mi último recuerdo antes de morir en la altura de un nuevo paisaje que te dedicaré como si sólo fueses mío, y mío te hagas realidad.

sábado, 26 de diciembre de 2009

Amor, hemos decidido amar en un mundo en el que el amor es un viaje a la luna sin retorno. Enamorémonos y llenemos de paisajes nuestras vidas.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

"Ding"

(...) Y la costumbre también se parece al amor. Aunque en realidad es todo lo contrario.
La costumbre es el peor enemigo del hombre.
La costumbre es lo que hace que las personas se maten aunque mucha gente piense lo contrario. Esa la verdad.
Cuando uno se acostumbra demasiado a algo es como haberle quitado todo el brillo a un brillante de tanto sobarlo.
Es como "amar" el invierno y vivir bajo la nieve todo el año. No mientas, porque en ese momento, en realidad lo odias.
Cuando sucede algo que no es parte de la rutina es cómo darle un millón de drogas al cuerpo humano: sobredosis.
Si uno no se muere naturalmente, se convierte en suicidio.
Las personas nos creemos tan fueres, cuando en realidad somos demasiado frágiles. No soportamos un poco más, y mucho menos algo diferente. Me refiero, claro, cuando nos encontramos sumergidos en la rutina.
Por eso no hay que acostumbrarse a nada. Ni a las personas, ni a las "cosas" (como odio esa palabra: "cosa").
De alguna manera, creo que las personas terminan siendo más desechables que ciertas "cosas" de nuestras vidas. Qué terrible pensamiento. Pero esa es la verdad.
Yo se que no he vivido muchos años, pero creo que he vivido bastante mentalmente. No soy demasiado inteligente, ni creativa, y mentiría si dijera que soy muy observadora. Pero siento, de alguna manera, que sí he vivido mucho en mi cabeza. He vivido realidades y misterios creados por mí misma.
Así son las "cosas".

(...)
Hoy día regresé unos meses atrás.
Cuando el cielo era gris por veinticuatro horas. La lluvia no existía, ni el sol, y el ambiente abochorna mi cabeza cansada. Simplemente cansada.
Camino y no existo. Me siento sola, sin poder gritar en un mundo antioxigenado.
Estoy rodeada de extraños.
Todos miramos con ansias la gran pared que tenemos en frente. Sin caricias, gana el que termine de pintar su muro con el cono de helado de su sabor favorito.
Yo no pinto tu cara, porque hoy no existes.
Hoy estoy sola. Al lado del espejo de mi cuarto. En posición fetal. Paso sin mirarme, no quiero sentirme bonita frente a tu espejo.
Me duele, y hoy no existes.
Has desaparecido en un micro cercano. Con varias mentiras.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Y punto.

El verano se fue antes de que el invierno aparezca.
Tú no contabas con un principio.
El final se paró frente a nosotros
Yo no lo hacía con un final.
No digas que mientes, al hacerlo tu mentira se convierte en verdad.
Y si dices que mientes acerca de algo que ya dijiste, no lo puedo creer ahora, ya que esta vez estás mintiendo. Cuando dices mentira, no te creo.
No a mí.
La luna.
La luna está puesta en su lugar.
Y “ojalá” se convierte en la palabra más inerte que alguien haya mencionado.
Ojalá.
Ojalá no existe.
Ojalá entre a la universidad en abril.
Ojalá no existe
Tú eres ese ojalá.
¿No te has dado cuenta?
Violadores del verso dijeron una vez que al impaciente se le quita la miel del presente.
Nada es permanente nena. Nada merece más la pena que el instante, que tenemos delante.
Si acuchillamos a este ojalá, ¿nos quedamos viviendo en este infinito verano?

sábado, 12 de diciembre de 2009

Cuando una mentira empieza a ser verdad…

Si mientes, no digas que lo haces. No se puede mentir y saber que se miente. Si todo el mundo sabe que mientes, entonces lo que dices deja de ser mentira, ya que todos saben que eso que dices tú, no es. Y si esa mentira que dices tiene solamente una opción contraria, se puede saber la verdad de lo que dices. Entonces, mejor no digas que mientes, porque te van a sacar toda la verdad. Mejor di que no mientes, cosa que es otra mentira, pero que tranquilizará a la gente que te escucha, por más que sepan que a veces sí mientes. De aquella manera, no sabrán cuándo lo haces y cuándo no. No digas que mientes, si luego, cuando te digo que sé la verdad, no quieres aceptar que la sé, porque no hay otro remedio para tus palabras mentirosas.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Lunática

Aquella fue la primera vez que sus ojos se posaron en mí. No quería mirarlo, sólo quería caminar y escapar de aquella encrucijada.

De su boca no salían serpientes como pensaría cualquiera que reconociera aquel olor a ácido veneno proveniente del norte. Salían arañas. Puntiagudas, peludas, negras, rojas, grandes y chicas. Arañas que taladraban el piso y me acorralaron haciéndome conocer el sudor frio del que habla mi mamá cuando piensa en tiburones.

Es un misterio verlo a los ojos. Es casi imposible decifrar aquellas palabras disfrazadas. Me confunde. No puedo leer alguna pista que despeje el camino en el que nos encontramos. Sólo me hace pensar que en esta escena él es el otro. Pero no mío. Sólo es un dibujo diluido.
Quisiera que existiera lluvia hoy, para derretirme y dejarme fluir por una grieta que nos transporta a otra parte. No contaminaríamos este mundo hecho de abono que los Dioses separaron para adornar este feo árbol de navidad.

Desaparecer es la mejor idea, pero es la única que no se pone en práctica en un momento como este. Pende un cuerpo tranquilo con ojos felinos de una fina cuerda que aquel ser humano, si es que lo es, intenta coger para atrapar junto con las arañas. Feas arañas. Las mataría. Si no me dieran miedo.

Talvez es un poco de locura mía. Puede que en sus ojos se reflejen agudas risas que se consumen en mis miedos haciéndome caer de la silla en la que estoy sentada. Puede que él sólo lo quiera para sí mismo. Quiere que camine por el mundo junto a él y tomen un poco de este mar de locura para vivir con una media sonrisa que se convierte en carcajadas. (En ese mundo no existe la chica que se sienta a su costado).

Lunática. No puedo separar ninguna realidad. Estoy dando vueltas entre la marea, entre agresivas olas que me llevan de arriba a abajo, o eso es, al menos, lo que creo. No encuentro el aire, el oxígeno del agua no es suficiente, es sofocante, es una pelea que no puedo ganar.

Uno nunca gana al enfrentarse al mar. Al salir de aquella revolcada sin sentido, la garganta arde en fuego, las piernas no responden a ningún reflejo. Solo existe dolor. Los ojos rasposos de arena, de sal muriática no quieren vivir. Uno nunca gana al enfrentarse al mar. Quisieran regresar a la muerte que significaba bailar en el agua, porque el dolor de ahora es real, y cuando respiras duele cada parte que dentro del mar no sabías que existían.

Lunática.

Te está mirando y trae consigo herramientas del pasado, para que intentes meterte a esta cueva de la que no hay salida.

Odio cómo me mira. Odio más cómo lo mira a él. Su risa lo contagia. Yo no sé qué piensa, él. Me gustaría saberlo. Pero eso no ocurre. Y cuando termina este frio encuentro (de una vez por todas), el hombre con el que camino no es el mismo.

Ha cambiado en algo. No es más alto, ni mas delgado. Ha cambiado algo en él. Sus ojos no son mis ojos. No me mira. Me mira y me convierto en una sombra trasparente que no existe, que se disolvió en el mar. ¿Será de nuevo él, o yo seré una lunática?

De esta pileta se derramaron muchos poemas tristes. Cuántos años le repiten que debe de dejar de hacerlo de esa manera. Es díficil. ¿Imposible? No puede dejar de hacerlo si es aquel, el único líquido con el que la llenan.


miércoles, 9 de diciembre de 2009

Ardo

No es posible que tenga tantas ganas de llorar. Mis lágrimas no se despiden de mis ojos, pero mis manos pueden escribir algunas palabras sin sentido.
En mi pecho golpea una voz que quiere gritar, que patea y rasguña el corazón ensangrentado. Mis manos buscan nerviosas cómo parar aquel dolor que se produce. Arrancan la tela que cubre mi piel. La arañan, la rompen, la quitan del camino. La sangre brota. Pedazos de carne caen al suelo. Me duele. Cómo duele...
Me duele el camino en el que me encuentro ahora. Claramente no es una buena idea destrozar el pecho en el que habita tal dolor, pero ya es muy tarde. Tenemos que llegar al principio de tu problema.
Llego a tocar este corazón adolorido. Arde. Golpea y agita todo mi cuerpo lleno de lágrimas carmesí. Mis brazos paran de maniobrar, sólo quiero abrazarme para mantener todo adentro, aunque en realidad quiero sacarlo todo. Me duele. Y tú estás cerca del Sol que quema, que intenta no dejarme a salvo, que me incendia.
Muerte súbita.
Mi corazón yace en aquellas manos sin vida, que apagaron al Sol con el que vivían. Mi corazón en llamas, llora por sí sólo, y me duele. Yo muerta, tu vivo, yo lloro. Mi corazón va despacio, y cae amarrado de los pies en una ciudad desconocida.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Tuya.

Tú, Yo y París

Caminamos por las calles de París. Son las dos de la mañana, no hay gente. El ruido se intenta esconder dentro de diferentes locales en los que la gente no piensa en más que la rubia que tiene al frente.
El humo viaja de mesa en mesa, y nadie se da cuenta de nuestros pasos haciendo salpicar charcos de gasolina filtrada por el cielo. La lluvia nos cae en la cara, el viento nos acaricia. Mi pecho está helado, tal y como me gusta.
Tú tienes frío, por eso estamos juntos.
Tengo calor.

Cuando nieva por las calles de un pueblo alemán, dejo un camino de agua atrás mío. Por eso me sigues, cuando el aire caliente te arropa, te envuelve, y si seguimos dentro de esta vida loca, nos podremos reír hasta que la risa sea respirar.
Entonces paramos, y vivimos dormidos, en una hamaca, en la arena, con agua, con mar, con calor y hielos que se derriten sobre mí. Y tú ahí.
Seguimos caminando sin destino aparente, las calles están mojadas, el mundo, angurriento de olvido, choca en un descuido, en la prisa por llegar a la cama que se hunde para dejarnos nadar en aquel pudín de chocolate que no me gusta, pero por el que nadaría contigo hasta encontrar algo más que sólo una noche mojada.
Si encontramos un número incontable de noches y días en los que podamos vivir por París desnudos, caminando entre paredes rojas, parques solitarios, puentes y aquel bosque berlinesco será cuando encontremos el núcleo de este viaje, de esta vida que nos hace un poco más locos, un poco más enfermos, un poco más inteligentes, con vida, tú conmigo, y yo a tu lado.
Hasta que se termine el
p
u
d
í
n
.

martes, 1 de diciembre de 2009

La galleta que se quedó en el trípode. Ya la devolviste.

La luz está prendida. La letras se colan por la pantalla de la computadora, la última que toca mi vientre que se levanta por placer. Mis manos apartan el aparato. Se posan encima de la presión.
Uy. Se siente bien. Pero creo que ahí no está lo que buscamos. Una mano se lanza y no está segura qué hacer. Va al centro del asunto, y hace su trabajo, aunque no es en definitiva tan bueno como los expertos. Me toma un rato elegir el dedo correcto. Lo encuentro. Da algunos golpes y eso me hace cerrar los ojos envolviéndome en neblina espesa que me eriza la piel.
Es rico.
Definitivamente. Es bueno. Me gusta. Pero tengo que abrir los ojos para sersiorarme que sigo en este lugar. Talvez apago las luces. Se haría un poco más interesante. Regreso a lo que estaba, ya no parece que las condiciones están iguales, lamo todo lo posible para que suceda de una vez. Empiza de nuevo.
Es bueno.
Me gusta.
Toca afuera.
Aprieta.
Toca una cosa que me gusta.
Esta cerca a la salida.
Es bueno.
Definitivamente es bueno.
Sale de nuevo, la palma entera quiere hacerlo.
Lo hace.
Es mejor.
Rico.
Va más rápido.
Rápido.
Rápido.
Siento que todo se abre.
Se abre como algo que fuese a tragar todo lo que se encontrase en su camino para después dejarlo ir como haría Tormenta en un Huracán.
PPPPPPPJJJJJJJJJJ
No estoy segura si aquello hace el trabajo que escucho en mi cabeza. No se acerca al sonido de vacío que deja en definitiva.
Siento una humedad poco típica. Otra textura. Esto es bueno, y en este momento sólo lo tengo yo. Yo. En este mismo cuarto. Desde hace tanto tiempo despierta.
Exploto.
Mis ojos están sumamente cerrados. Los trato de abrir. Se cierran. Hago un sonido como cuando has estado todo un día parado y te duele la espalda y te sentaras en el sillón más cómodo del lugar: Aaah...! Algo se quedo ahí adentro. Otro gemido. Y luego una suceción algo larga de "a".
Mi mano va parando. Se desacelera. A mí se me escapa una sonrisa. Esta esconde una risa, un placer. La satisfacción de hacerlo conmigo misma.
Sigo riéndome.
Mi cuerpo está totalmente relajado, me siento, y quiero que estés aquí para comer galletas.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Cerveza con hueco.


Siento rabia en todo mi cuerpo. Tengo ganas de llorar, de matar a alguien. De salir corriendo. Creo que eso es lo que debería haber hecho. Salir, por lo menos a caminar un rato como quien no quiere la cosa. Talvez me compro unos cigarros, podría caminar por el parque, por los parques. Están tan cerca y nunca los visito sola. Debería ir a dar una vuelta, respirar un poco de aire solitario, botar un poco de mierda estancada en mi cabeza, y llorar mientras que camino por la calle, porque al final lo que uno quiere es llorar. Quiero llorar el hecho de que aquel espacio mío que había construído ya no es mío, y ya no tiene sentido escribir de algo cuando sus ojos están mirando lo que sucede en aquellas palabras.

Estúpida

Estúpida

Te odio un poco. Hoy día quiero llorar. Despertar llorando. Y hacer como si la vida nunca hubiese sido vida. Hacer como si yo no existiera. Hoy día tengo ganas de que alguien le dispare a mi cabeza en la punta de un cerro, como lo hacía mi abuelo con unas latas cuando yo tenía siete.

Me Lees


Dijiste que no podías leerme. Que no sabías hacerlo, que yo soy muy difícil. Pero hoy te di la dirección de mis pensamientos, de donde sacas papelitos de vez en cuando para encontrar todo lo que necesitas saber para no volver a leerme nunca más. Hoy te he dicho el número de la página en el que tu nombre está escrito de arriba a abajo. Dibujos que plasman tus ojos que te miran y no quieren dejar de hacerlo.

Hoy día estoy desnuda frente a ti, tú estás vestido, mirándome, y vas a poder verme cada vez que lo quieras desde aquella rendija, de la cual yo te di el dato. Hoy día puedes leerme, y no sé si eso es lo que quiero. Soy tuya.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Un lunes a las dos de la mañana pienso en ti.

Una película nos trata de contar la historia de esta gente que está apunto de morir y no lo hace. Un recuentro romántico, dar la vida por el otro, arriesgar la vida de un millón para darle una esperanza a unos cuantos. ¿Darías la vida por alguien más que no fueras tú? Lo arriesgarías todo. Yo sólo crucé los brazos y me alejé lo más posible de su asiento, asiento que se inhundaba y me hizo sentir incómoda de vez en cuando. Dudo que algún día reciba otra llamada de su parte, ya que no soy una muy buena compañera, y en el cine menos, cuando el que está al lado se impacta por algo que resulta realmente estúpido, y cuando uno dice algo un poco más inteligente (y cagón) pasa desapercibido, al menos que pregunte el por qué de mi impaciencia. ¿Que cuál era? Hablar contigo, por supuesto. Ver si estabas vivo, si me quieres y si sólo quieres desaparecer en tu asiento del carro. Hace tiempo que no sentía qu me aburría cuando aparece un plan no muy planeado. Esas salidas son contigo. Sin un camino, sin rumbo fijo, y sin saber porqué. Ahí estamos: tu y yo, en medio de la pista, yendo a 80 y tratando de llegar lo antes posible para darnos un sólo beso. ¿Mil días más? ¿Mañana me vas a llamar? ¿Te puedo decir amor? Mejor no. 2012 ¿nos vamos a vivir otra aventura? Vamos a caminar por el mundo como los únicos sobrevivientes de una luz que nos persigue y que sale de ti cuando caminas por Dasso y que sale de mí cuando camino a tu lado, cuando dormimos juntos, cuando hacemos el amor por primera, por segunda, por tercera, cuarto y por la quinta. Juntos, no tendríamos tiempo para vivir sin sexo. En 10 horas te llamo. Te amo: siempre se escucha eso por teléfono cuando dices: te llamo. No me gusta que me toquen. Creo que si tuviera una pistola sí mataría a mucha gente. Creo que si tuviera un departamento vivirías conmigo. Creo que si no estuviera escribiendo en este momento, estaría durmiendo para despertarme mañana y escuchar la voz que hace que mi cabeza de vueltas muy rápidamente y que logre causar las nauseas más dulces y buscadas.
Esta noche voy a dormir sola, después de una noche de dormir con todo un mundo. Esta noche no tengo ganas de dormir, no quiero despertarme sola y escuchar que ya no me quieres. Esta noche no vale la pena, no debería pensar en ti. No hoy, no mañana, no en 10 mil años cuando sienta que eres lo único que necesito para respirar.

Te quiero

¿Por qué te quiero? ¿A ti? ¿Por qué después de que sentí que no existía? Después de arrugarme en una hoja de papel y tirarme a través de tu espalda. Te quiero. Y no puedo explicarte, no quiero enredarme, y no quiero que termine nuevamente. Aunque creo que todo termina alguna vez. Yo pensé que el amor no tenía vecha de vencimiento, pero al pasar del tiempo, lo encontré podrido, matándonos, haciéndonos llorar, haciéndonos no preguntar. Tu fecha no está escrita, ¿existe o no existe? ¿Te quiero? ¿Me dirías "te amo"? ¿Has estado cerca de decirlo? Te amo. Una frase interesante, no te la dedico, no ahora, no aquí. Ven. Quédate conmigo. No dejes que termine de ser consumida por la ceniza de un pasado que me jala las piernas al encontrarme perdida.
No me digas que las cosas están bien cuando no lo están. Te quiero. Francamente, te quiero.

sábado, 28 de noviembre de 2009

No llores

No entiende que cuando dice que está triste siento un hueco en el pecho que no me deja respirar. No es él, son todos. O son los dos. No puedo imaginármelos con lágrimas comiéndose sus caras. No puedo dejar de pensar en que no quiero que estés donde estás. Mucho menos quiero estar donde estoy. La arena movediza se escurre hasta mi cintura, yo quiero llorar, tú estás afuera, en otro pozo, tu pozo, en el que bien hundido estas.
Te falta el aire y no lo quieres aceptar, te gustaría estar en otro mundo, por lo menos uno en el que no exista ella, o en el que sólo estén los dos. Y yo... yo estoy caminando en un desierto, en el que la sed no es mi peor problema, en el que la arena en los ojos no me hace llorar, el encargado de ello eres tú.
Crees que no entiendo. Que soy un poco tonta, y talvez sí lo soy un poco, pero tú eres una de las causas por las que mi cabeza da vueltas, y no pienso bien. Y cuando quiero hablar, las palabras no me salen, se esconden cuando me gustaría tan sólo vomitarlas, como lo hace toda esa gente a la que le caería bien un disparo en medio de la frente, esa gente que no vale la pena conocer, esa puta gente a la que tu matarías como a una lata en un cerro.
Han sido tres años en los que ahora sientes que has flotado, que no ha existido ni un poco de aquella intensidad con la que semiraban. Han pasado tres años desde que volteaste la cara para mirarla a ella y a mí me dejaste atrás en el camino. Casi dos años de mi vida, fueron los mejores años de 20 que han pasado hace poco. Yo también dejé distintos ojos que aparecieron y que ahora no existen, y que ahora no me hablan y le dan besos a otras rubias cortinas.
Ha pasado tanto tiempo, yo siento que tengo 50 y que la vida se escapa de mis manos, no puedo sujetarla de manera que no se vaya volando, no puedo mantenerla cerca, y las oportunidades de enamorarme se acaban. Sólo puedo enamorarme de ti, que vendiste tu alma en un mercado de pulgas, y una mujer de 50 años la compró como quien compra un collar de oro con incrustaciones de diamantes. Ella tiene guantes, y un sombrero que le cubre la cara, no quiere verte, no quiere que la veas, pero tú lo has hecho desde hace tanto tiempo que su cara está gastado por tus ojos.
No me digas que estás triste, porque yo lo sé. O mejor dímelo y hazme desaparecer de tu tristeza si es lo que necesitas estos días. No me digas que juegue con tus sábanas si la verás a ella cada vez que cierres los ojos. No me hagas llorar, no me cojas la cara, ni me consueles cuando yo quiera estar en posición fetal, tapada hasta el torzo en una cama que no es mía. No me mates.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Carta de Amor


Después de llorar debajo de la cama aquellas semanas, intente sentarme a pensar un momento. Sabía que lo mejor era airearme, aunque yo quería regresar a mi hueco para seguir llorando. Hice una llamada, y aunque pensé que podría retractarme luego, en el fondo mi opinión había cambiado.Tenía que salir, no podía ser tan malo.Llegamos después de una travesía. Yo sólo pensaba en que ese no era mi lugar aquel día.Unos ojos felinos se aparecieron, aunque yo los obvié patéticamente.Pasé cerca, pero me dirigí hacia otras miradas que me saludaron amablemente.No sé cómo, ni cuando. Ni cuál de los dos se acercó primero, sólo recuerdo que empecé a respirar.Una conversación cualquiera, dos amigos que no se hablan desde hace mucho tiempo.Un vaso o dos, da igual, mejor nos sentamos. Empezamos jugando, te reías, me reía, nos reíamos los dos, y yo me sentí feliz. Tampoco podría decirte en este momento, cómo es que mi corazón empezó a ir a mil por hora cada vez que intentaste darme un beso.No sé si estaba nerviosa por que esos ojos gatunos fueron los primeros que vi después de tiempo.Una estúpida debilidad, me hizo morirme de ganas. Mirarte era zambullirme en agua espesa llena de oxígeno que respirar, y flotar entre caricias.No jugué con ese beso. Te lo digo ahora y de verdad. Ese beso estaba ahí, quería darse y quería uno de vuelta.Al siguiente no me sentía tan seria. Me sentía bien. No sabes cuánto dejé aquella noche.Un lunes me di cuenta de que realmente me sentía feliz. Mi vida era diferente. Había algo.No sólo era la intriga de no saber qué piensa la otra persona. En realidad la curiosidad no me movía como lo hacía generalmente. O siempre.Los días pasaban como si nunca jamás hubiera llorado. Aunque sí lo hice.Hasta que llegamos al día en el que dormimos juntos. Ese día.Ese día dormí contigo, te miré, te miré toda la noche, o era día.Me vuelves loca. Haces que mi cabeza de vueltas rápidamente de emoción.Es como si llevarás a un niño todos los días a Disneylandia. Das al blanco con lo que quiero. Es casi estúpido.Ya llegamos casi al mes desde que empezó. No puedo decir desde que empezó todo, porque tendría que referirme a unos años atrás.Tú has cambiado, he cambiado yo.Pero ahora doy vueltas más rápido, y mi corazón se aloca cada vez que te ve. Y me confundes. Me confundes cada diez minutos. Y no sé que hacer. Me has lavado el cerebro en muchas cosas, y he crecido y me he achicado en otras.Me encanta. Me gusta cuando me tocas, cuando hacemos el amor.No sé si es correcto decirlo así, no sé si para ti sea así, tampoco sé si es para mí.Pero me gusta. Y creo que te gusta.Aunque nadie tiene ni la más puta idea de lo que el otro piensa. No me gusta agredirte. Por lo menos no en serio.Me gusta tocarte el pelo, la cara, y como metes mis dedos en tu boca.Cuando me coges la pierna mientras manejas, cuando me pasas el humo por la boca.Si te sigo diciendo que otras cosas me gustan me voy a sentir realmente enferma.Podría decir que casi me gusta todo.No me gusta que no te guste. A nadie le gusta eso, ¿no?Me gustaría gustarte más. O no gustarte menos.Me gustaría no enamorarme, porque no quiero llorar.Estoy hasta el cuello de ti. Embarrada y confundida.Sólo quiero que no desaparezcas.No tienes que sentir nada en una potencia demasiado alta.Estoy totalmente adicta a ti. Y no creo querer soportar que no estés.Quiero salir contigo. Quiero estar contigo y mirarte.Y que me cojas la pierna cuando manejas. Que me quieras.Pero no tienes que hacerlo. Nadie está obligado a hacer nada.No quiero enamorarme, y no puedo creer que ya sea demasiado tarde.Hoy día saqué todo lo que no había sacado a penas se terminó todo hace un mes y nueve días.Lo decidí cuando llegué.Sentí que te prometí algo, sin que estuvieras enterado. Hoy día lloré. Por mí, por ti, por él. Hoy quise hacer el amor contigo en las escaleras. Lo hubiera hecho si estuviera un poco más loca.Perrito, yo también estoy un poco enamorada de ti.

La Luna Nos Persigue


Hoy día a las 10 de la mañana me di cuenta que La Luna Nos Persigue. Cuando despierto no hay oxígeno en el techo. El techo me atrapa, me tiene condenada, me aprisiona y me deja posarme en la cama.
Hoy día respiro, sin oxígeno respiro después de mucho tiempo. Nací hace setencientos noventa y dos horas, y mis ojos recién miran todo lo que no había existido antes de aquel ligero tiempo en el que fui una burbuja que flotaba por las calles de San Isidro.
Veo a estas serpientes, como se acercan, seductoras. Son lo más bonito que he visto. Avanzan sutilmente, calculan cada movimiento y me sonríen cuando llegan a mis pies descalzos que se hunden en una cama de tantos metros.
La primera sensación: Cosquillas, empiezan por mis dedos, llegan al empeine y empiezo a sentir como hierve mi sangre que antes parecía gozar de pura tranquilidad. Suben por mis tobillos, los acarician suavemente y a mí se me dificulta seguir mirando.
Mis muslos tiemblan, llego a la segunda sensación, no puedo dejar de retorcer mis pies, están inquietos y mi respiración se hace más fuerte, más lenta, más rápida y ellas siguen subiendo. Siguen de largo y hacen que todo mi cuerpo tiemble violentamente, una llega a mi ombligo, la otra juega con los huesos de la cadera, esos que todo el mundo sabe que causan mil y un sensaciones debajo de la cintura.
Sube por mi pecho, juega con mis pezones, los rodea, los acaricia los mira desde todos los ángulos. Creo que no quiere dejarlos ir, yo no protesto, tienes luz verde. Son dos ula ula que me dan vueltas en diferentes partes del tiempo, las dos han creado algo distinto, algo que no había sentido antes de que pasaran setecientas noventa y dos horas.
Estos seres seductores, serpientes, que me miran a los ojos, que me hablan con miradas, sólo quieren una cosa. Dicen que ahora me doy cuenta de que tengo un cuerpo: dos piernas que incluyen dos pies, una cadera que no para de moverse, un ombligo, un buen ombligo. Dos tetas que aveces quieren escapar de mi cuerpo y que suben hacia mi clavícula con dos orejas, dos ojos que te miran y una boca que no quiere parar de besarte.